miércoles, 22 de octubre de 2014

El mundo de los criados en La Celestina

En La Celestina el retrato de los personajes refleja la crisis de la clase nobiliaria del siglo XV y, por extensión, la crisis del sistema de valores que había sostenido el mundo medieval; así, mientras que Calisto y Melibea son retratados de una manera poco favorecedora para la clase a la que pertenecen; los personajes de baja condición social poseen la misma importancia y tratamiento que los señores. Los sirvientes no intervienen en función exclusiva de la pareja de enamorados, sino que actúan con toda su personalidad y aportan al drama conflictos propios.

En efecto, los personajes populares, con su lenguaje variopinto y descarnado, representan  un importante papel dramático. Pero estos personajes, vinculados a la realidad del cuerpo, a la sensualidad elemental, también presentan divisiones entre ellos. En torno a la Celestina, como fieles criaturas suyas tenemos a Sempronio y a Elicia, que reproducen punto por punto los vicios de su admirada Celestina. Sempronio es cínico, carente de sentimientos morales. Su amante, Elicia, está hecha del mismo material, siendo Sempronio víctima de sus engaños amorosos.


Cobarde, vil, antihéroe, Sempronio se burla de los arrebatos amorosos de su amo. Fomenta el amor de Calisto por Melibea, y hace de intermediario con Celestina, porque piensa que el enamorado es una especie de loco que tira su dinero. Sempronio es el hombre que le corta el cuello a la vieja Celestina (el mal, con el mal muere), pues no quiere darle el botín de la cadena recibida de Calisto. A pesar de su huida, es detenido y decapitado en la plaza como ladrón y asesino.

Por el contrario, Pármeno manifiesta al principio un sentido moral y voluntad de ayudar a su amo para que no caiga en las redes de la vieja Celestina. 
CALISTO.- Pues pido tu parecer, seme agradable, Pármeno. No abajes la cabeza al responder. Mas como la envidia es triste, la tristeza sin lengua, puede más contigo su voluntad que mi temor. ¿Qué dijiste, enojoso?
PÁRMENO.- Digo, señor, que irían mejor empleadas tus franquezas en presentes y servicios a Melibea, que no dar dineros a aquella que yo me conozco y, lo que peor es, hacerte su cautivo.
Pero la juventud de Pármeno y los deseos amorosos de conseguir los favores de Areúsa, le harán cambiarPármeno, arrastrado por Sempronio, embaucado por Celestina, despreciado por su amo, y seducido por Areúsa, acabará corrompiéndose por dinero y por placer. Después de que Celestina deje a Areúsa en sus brazos, se volverá tan cínico como su compañero, llegando a alentar los instintos asesinos de Sempronio contra Celestina ("Dale, dale. Acábala, pues comenzaste, que nos sentirán. ¡Muera, muera! De los enemigos, los menos."), convirtiéndose en un criminal, lo que le llevará a ser vergonzosamente ejecutado por la justicia.
Sempronio es un ser codicioso, egoísta y cobarde, pero que se amolda dócilmente a su condición de sirviente y simula astutamente una fidelidad que no siente. Pármeno comienza siendo honrado y sinceramente fiel, pero termina cayendo mucho más bajo que éste. 

Tristán y Sosia son personajes menores pero no por ello menos importantes. Ambos acompañan a Calisto en sustitución de los criados que habían sido degollados. Entre ellos existe un medido contraste. Sosia lleva un nombre tomado del teatro terenciano y se convierte en instrumento inconsciente de la venganza de Areúsa  Elicia contra Calisto y Melibea. Es bobo y simple.

Tristán es más joven pero más lúcido. Desvela la secreta intención de Areúsa ante las pretensiones de Sosia de creer haber conquistado a la prostituta por haberle contado todo cuanto sabe de los amores de la pareja protagonista. Es leal, virtuoso e inteligente. 

Respecto a la criada de la joven Melibea, Lucrecia es un personaje lleno de debilidades, ansioso de goces y sexo. Lucrecia se deja sobornar por Celestina y se calla a cambio de "una lejía para enrubiar cabellos y unos polvos para quitar el olor de la boca". La falta de Lucrecia procede del hedonismo, o más concretamente, del interés por lo sensual; como cuando canta con gran sensualidad sus canciones, abraza a Calisto cuando Melibea está absorta en sus pensamientos románticos o siente envidia de Melibea cuando ésta hace el amor con Calisto. Sin embargo, su complicidad con Celestina no es de carácter activo y tiene mala conciencia por haberse dejado sobornar. 


En cuanto a Elicia y Areúsa, la obra nos da a entender que serán dignas sucesoras de Celestina. Muertos sus amantes, pronto se les acaba el dolor. La tragedia final de los amantes Calisto y Melibea se debe a la venganza urdida por ellas, más por quedar desvalidas por la muerte de sus amantes y la envidia que le profesan a Melibea, que por verdadero amor hacia ellos.

 ELICIA: Y de lo que más dolor siento es ver que por eso no deja aquel vil de poco sentimiento de ver y visitar festejando cada noche a su estiércol de Melibea, y ella muy ufana en ver sangre vertida por su servicio.
Pero Areúsa y Elicia también tienen sus rasgos distintivos. Elicia es impulsiva, atrevida, de prontos enojos, caprichosa pero también es franca y celosa. Odia a las jóvenes de clase alta y carece de sentido de previsión. Siente un profundo dolor ante la muerte de Celestina. El odio, por un lado, y el dolor, por otro, la mueven a ejecutar la venganza contra Melibea.
 ELICIA:(...) ¡Oh Calisto y Melibea, causadores de tantas muertes, mal fin hayan vuestros amores! En mal sabor se conviertan vuestros dulces placeres; tórnese lloro vuestra gloria, trabajo vuestro descanso; las hierbas deleitosas donde tomáis los hurtados solaces se conviertan en culebras; los cantares se os tornen lloro; los sombrosos árboles del huerto se sequen con vuestra vista; sus flores olorosas se tornen de negra color.
Areúsa tiene casa propia y guarda fidelidad al amante de turno. Se muestra como una mujer inteligente, astuta, mandona y de corazón duro. Ella urde los detalles de la venganza contra los enamorados.
Con respecto a Centurio, resulta una parodia del miles gloriosus de la comedia romana. Incluso el nombre parece sacado de Plauto o Terencio, al igual que su fanfarronería. Es una caricatura divertida sin la complejidad ni el interés psicológico que despiertan los otros personajes.

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