domingo, 9 de noviembre de 2014

La vida es sueño

          De Calderón de la Barca destacan sus obras de contenido filosófico, entre las que se encuentra su obra más genial y universal, La vida es sueño, una de la creaciones más interesantes del teatro europeo de todos los tiempos.
         En ella, el rey Basilio de Polonia tiene encerrado en una cárcel a su hijo Segismundo, para evitar que se cumplan los malos augurios de su nacimiento. Transcurrido el tiempo, el rey decide probar a su hijo y, narcotizado, lo lleva a la corte para que despierte en medio del palacio como monarca. El nuevo Rey actúa de forma impulsiva y violenta, llegando a quitarle la vida a uno de sus criados. Ante esta experiencia, lo vuelven a encerrar en la fortaleza haciéndole creer que lo vivido ha sido un sueño. Pero entonces, el pueblo se sublevará en favor de Segismundo proclamándolo Rey. En esta segunda oportunidad actuará diferente: mostrándose con la autoridad de un rey indulgente y justo. La obra nos plantea como uno de sus ejes lo fugaz y huidizo de los bienes terrenos.
          En el siguiente fragmento de La vida es sueño el protagonista reflexiona sobre la falta de libertad.
                                                     
                                                    ¡Ay mísero de mí, y ay, infelice! 
Apurar, cielos, pretendo,
ya que me tratáis así
qué delito cometí
contra vosotros naciendo;
aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido.
Bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor;
pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito de nacer),
qué más os pude ofender
para castigarme más.
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
qué yo no gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apenas es flor de pluma
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corta con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que deja en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo menos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apenas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevida y crüel
la humana necesidad
le enseña a tener crueldad,
monstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo menos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apenas, bajel de escamas,
sobre las ondas se mira,
cuando a todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de las flores la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto a su huida;
¿y teniendo yo más vida
tengo menos libertad?
En llegando a esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera sacar del pecho
pedazos del corazón.
¿Qué ley, justicia o razón,
negar a los hombres sabe
privilegio tan süave,
excepción tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
a un pez, a un bruto y a un ave?
      

No hay comentarios:

Publicar un comentario