miércoles, 1 de octubre de 2014

El lazarillo ciego

El conde Lucanor se sirve de distintas y variadas fuentes para la composición de sus relatos. Así, El lazarillo ciego, al igual que el cuadro de Pieter Brueghel el Viejo, se basa en una famosa parábola evangélica que dice: «Dejadlos: son ciegos que guían a ciegos. Y si un ciego guía a otro ciego, los dos caerán en el hoyo». Y es que, solo la desgracia puede esperar cuando un ciego guía a otro ciego...


Lo que sucedió a un ciego que llevaba a otro
En esta ocasión hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, de esta manera:
-Patronio, un familiar mío, en quien confío totalmente y de cuyo amor estoy seguro, me aconseja ir a un lugar que me infunde cierto temor. Mi pariente me insiste y dice que no debo tener miedo alguno, pues antes perdería él la vida que consentir mi daño. Por eso, os ruego que me aconsejéis qué debo hacer.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, para aconsejaros debidamente me gustaría mucho que supierais lo que le ocurrió a un ciego con otro.
Y el conde le preguntó qué había ocurrido.
-Señor conde -continuó Patronio-, un hombre vivía en una ciudad, perdió la vista y quedó ciego. Y estando así, pobre y ciego, lo visitó otro ciego que vivía en la misma ciudad, y le propuso ir ambos a otra villa cercana, donde pedirían limosna y tendrían con qué alimentarse y sustentarse.
»El primer ciego le dijo que el camino hasta aquella ciudad tenía pozos, barrancos profundos y difíciles puertos de montaña; y por ello temía hacer aquel camino.
»El otro ciego le dijo que desechase aquel temor, porque él lo acompañaría y así caminaría seguro. Tanto le insistió y tantas ventajas le contó del cambio, que el primer ciego lo creyó y partieron los dos.
»Cuando llegaron a los lugares más abruptos y peligrosos, cayó en un barranco el ciego que, como conocedor del camino, llevaba al otro, y también cayó el ciego que sospechó los peligros del viaje.
»Vos, señor conde, si justificadamente sentís recelo y la aventura es peligrosa, no corráis ningún riesgo a pesar de lo que vuestro buen pariente os propone, aunque os diga que morirá él antes que vos; porque os será de muy poca utilidad su muerte si vos también corréis el mismo peligro y podéis morir.
El conde pensó que era este un buen consejo, obró según él y sacó de ello provecho.
Y viendo don Juan que el cuento era bueno, lo mandó poner en este libro e hizo unos versos que dicen así:
Nunca te metas donde corras peligro 
aunque te asista un verdadero amigo.


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