Libro a mi entender divino, si encubriera más lo humano.
La obra más interesante del siglo XV, y una de las más logradas manifestaciones de la literatura española, es La Celestina o Tragicomedia de Calixto y Melibea. El personaje que da nombre a la obra figura al lado de las grandes creaciones humanas de todos los tiempos y países, y, junto con Don Quijjote y Don Juan, compone la gran trilogía de tipos universales incorporados por España.
La obra constituyó un auténtico best-seller de la época, ya que se imprimió y vendió por toda Europa, llegando a conservarse más de noventa ediciones antiguas impresas (se ha hablado de la existencia de más de 200 ediciones). Con el título de Comedia vio la luz por primera vez en Burgos en el año 1499, constando inicialmente de 16 actos, pero pronto fue reemplazada por una edición en 21 actos, publicada en Sevilla en 1502 y con el nombre de Tragicomedia. Esta edición fue la que mayor éxito editorial tuvo, suplantando a la otra, que no se volvió a imprimir.
Autoría
De los veinte actos últimos (tomando por base la definitiva redacción que hoy leemos), el autor único e incontestable es el bachiller Fernando de Rojas, «nascido en la Puebla de Montalbán» (Toledo). Así lo declaran unos versos acrósticos puestos al frente del libro, el cual está encabezado con un prólogo del autor, y una carta a un amigo suyo, cuyo nombre no se expresa ("Autor a un su amigo"). En esta epístola introductoria, Rojas nos confirma que continúa un texto de "estilo elegante, jamás en nuestra castellana lengua visto ni oído".
Hasta la fecha, muchas han sido las opiniones sobre si realmente Rojas continuó este primer acto, como él mismo afirma (incluso sugiriendo como posibles autores a Juan de Mena o Rodrigo de Cota), o por el contrario dicha alusión formaba parte de los tópicos literarios, como ocurre en muchas de las obras de ficción de la época, entre ellas las de caballerías. En la actualidad, viendo los significativos cambios de estilo, fuentes, e incluso actitudes, los críticos se han decantado por aceptar la veracidad de la doble autoría, eso sí, sin poder asignar el primer Acto a un nombre concreto.
Sobre el autor, Fernando de Rojas, pocos datos conocemos. De la fecha de nacimiento podemos conjeturar, a partir de los datos aportados por el propio autor, que podría tratarse de la década de 1470. De su condición intelectual, se sabe que alcanzó el grado de bachiller en Salamanca, y que fue estudiante en derechos (civil y canónico). En el año 1508 tomó posesión de la alcaldía de Talavera de la Reina, según aparece en un libro documentado, ocupando el cargo de alcalde y también de letrado. Murió en la misma localidad en el año 1541, según se desprende de su testamento.
Acerca de su condición de judío converso, Stephen Gilman aporta datos que parecen demostrar que su familia fue sometida a un proceso público ante la Inquisición de Toledo en el año 1484. En 1488, cuando el escritor contaba con 12 años de edad, su padre fue detenido y quemado en un auto de fe. Este origen de Rojas explicaría parte de los recelos por darse a conocer como autor, la percepción de la vida como una guerra y el desenlace catastrófico que tanto pesimismo y guerra concita.
Fuentes y género
La Celestina resulta una obra enciclopédica por la compleja encrucijada de fuentes que se encuentran en sus páginas. Además de los escritores de la antigüedad clásica: Ovidio, Horacio, Séneca, Aristóteles y Terencio; se notan pasajes que proceden de las obras latinas medievales de Petrarca y Boccaccio, y de las obras españolas del Arcipreste de Hita, el canciller Ayala, etc.
Pero el verdadero arquetipo que se observa en la arquitectura de La Celestina debe buscarse en la comedia Pamphilus de Amore , obra anónima del siglo XII que sigue el modelo de la llamada "comedia elegíaca". Su argumento viene a reducirse a la fábula de los amores de un joven llamado Pánfilo y una doncella llamada Galatea, llevados a feliz término por la intercesión de una vieja. La obra gozó de gran éxito en España, cuyo eco podemos encontrarlo en la imitación que hace el Arcipreste de Hita en uno de los episodios más extensos del Libro de buen amor, los amores de doña Endrina y don Melón. El Arcipreste fue el primero en crear el incomparable tipo de vieja (apenas esbozado en el Pamphilus), convirtiéndose "la Trotaconventos en la verdadera abuela de la Celestina" (Menéndez Pelayo).
En cuanto al género, desde antiguo se ha venido cuestionando su condición de obra teatral, considerándola ambiguamente "novela dialogada" o "novela dramática". Pero, como bien objeta Menéndez Pelayo, "si es drama no es novela, si es novela no es drama". El estudioso, en definitiva, considera que, aunque fue concebida para ser leída y no representada, todos sus medios, situaciones y caracteres son dramáticos. De hecho, para sus primeros lectores, La Celestina era unánimemente una obra dramática. La única causa de discusión en aquellos tiempos era su denominación de Comedia en las primeras impresiones, ya que se recordaba que la comedia clásica tenía un final feliz. Tampoco podía llamarse tragedia, ya que aparecían personajes de baja condición social. Por ello, Rojas salió al paso de todas estas opiniones titulando su obra Tragicomedia, valiéndose de un término utilizado por el autor latino Plauto para definir su Anfitrión.
En definitiva, teniendo en cuenta que La Celestina fue escrita para ser leída en voz alta, como leídas eran las tragedias de Séneca o las comedias humanísticas en Italia, la obra fue finalmente encuadrada por la crítica medievalista Mª Rosa Lida de Malkiel dentro del grupo genérico de la "comedia humanística", con la que compartía, además, una serie de rasgos, tales como el uso de la prosa, la división en actos, el argumento de un amor ilícito con intervención de una mediadora, uso inverosímil del aparte y de la concepción fluida del tiempo y el espacio, etc. Llama la atención, sin embargo, el hecho de que Rojas prefiriese el castellano para su comedia, en lugar del latín, lengua habitual en este tipo de composiciones.
Estructura y argumento
El argumento es muy sencillo; la obra cuenta cómo Calisto, enamorado de Melibea, recurre a los oficios de una vieja alcahueta, Celestina, por consejo de su criado Sempronio (quien se halla en relación amorosa con una pupila de la medianera, Elicia), y en contra del parecer de su criado más joven, Pármeno. Celestina, tras granjearse la simpatía de Pármeno (a cambio de los favores de Areúsa, otra de sus pupilas), consigue el sí de Melibea y, por ello, es recompensada con una cadena de oro. Pero, Sempronio y Pármeno riñen con la alcahueta por su parte en la recompensa, la asesinan y son ajusticiados. En la versión de 1502, Elicia y Areúsa, para vengar a su comadre y a los criados, envían al fanfarrón Centurio, que provocará una pelea callejera frente a la casa de Melibea. Al oír gritos, Calisto, en una nueva cita con ésta, baja por la escala para hacerles frente, pero tropieza y se mata. Desesperada, Melibea se suicida. La obra se cierra con el llanto de Pleberio, padre de Melibea, que lamente la muerte de su hija.
La división de la obra en 21 actos no tiene ningún significado estructural: la acción puede dividirse en un prólogo y dos partes.
El prólogo: lo constituye el primer acto, donde todo está planteado; entramos de lleno en una situación crítica rápidamente expuesta por el autor: la pasión de Calisto, el desdén de Melibea y la decisión de recurrir a una vieja alcahueta.
La primera parte: de los actos II al XII asistimos a la intervención de Celestina y los criados, sus muertes y la primera noche de amor de los amantes.
La segunda parte: introduce el tema de la venganza de las prostitutas y termina, después del mes de amores y de la segunda noche de amor representada, con la muerte de Calisto, el suicidio de Melibea y el llanto de Pleberio, consumada ya la tragedia.
Espacio y tiempo
En la obra existe una gran libertad en el uso del tiempo y del espacio, motivo por el cual resulta muy difícil su representación en un escenario. El tiempo de la acción no excede de seis días. Sin embargo, teniendo en cuenta las referencias temporales del texto, el tiempo dramatizado ocuparía el lapso temporal de un mes (tiempo durante el cual se desarrollarían los hechos).
En cuanto al espacio, éste es evidentemente urbano, configurado a través de los diálogos de los personajes con sus calles, plazas, iglesias... Sin embargo, no existen referencias específicas a una ciudad en concreto, por lo que se asume que Rojas creó una ciudad arquetípica. Hay, además, muchos escenarios, que cambian rápidamente, pasando de un lugar a otro, llegando incluso a simultanearse dos espacios (en el acto 12). La acción principal tiene lugar en tres casas: la de Melibea, la de Calisto y la de Celestina; destacando la función principal del huerto de Melibea, cuya representación supone una variación del locus amoenus, lugar agradable y propicio para el amor.
Personajes
En La Celestina, Fernando de Rojas crea unos personajes dotados de vida, con profundidad psicológica, que los aleja de los "tipos" tan usuales en la literatura medieval y del momento. Un rasgo común a todos ellos es su individualismo, su egoísmo y su falta de altruismo.
Ante los ojos del espectador surge toda la realidad castellana del fines del siglo XV. Los personajes del drama son seres individuales, pero también miembros de un grupo social que está en conflicto, e incluso en guerra soterrada, con otros. Una elemental división nos separa el mundo de los señores (Calisto, Melibea, Alisa y Pleberio) y el de los criados (los demás). Las relaciones entre las dos clases no están idealizadas como acostumbraba a ocurrir en la comedia nueva, por ejemplo. Aquí los sirvientes adulan a sus amos, pero los odian y murmuran de ellos.
La construcción de los personajes sigue un principio de estructuración; cada criatura escénica presenta puntos de paralelismo y contraste con otros personajes. Así, el mundo de los señores se dibuja con mayor nitidez en la mente del lector gracias a la existencia del mundo paralelo y opuesto de los criados. En ambos grupos los personajes se agrupan por parejas: Calisto y Melibea, Areusa y Elicia, Pármeno y Areusa. Las pupilas de Celestina contrastan con Lucrecia que ha preferido la servidumbre. Pármeno y Sempronio tienen una continuación más joven e ingenua en Sosia y Tristán. Solamente Celestina no tiene correspondencia, ya que constituye el elemento catalizador de la tragedia, al representar el desenfreno vital.
Temas
El amor es el tema determinante, el eje de la obra, el que dicta y suscita el comportamiento de todos los personajes. Los dos únicos personajes que no resultan víctimas del amor son Pleberio y Alisa, los padres de Melibea, pero su papel en la obra es más simbólico que real (son portadores de valores como la paternidad y la moral).
Las doctrinas del amor cortés, que dominaban desde el siglo XII en adelante la poesía amorosa y caballeresca, son parodiadas en La Celestina. Calisto y Melibea aparecen representados en sus amores como dos figuras paródicas, y por tanto ridículas. Calisto no tiene en absoluto la paciencia del amante cortesano, ni guarda el secreto de sus relaciones amorosas, y la divinización de Melibea le lleva hiperbólicamente a convertirla en su "Dios" (religio amoris). Incluso el lenguaje artificioso utilizado por Calisto, muestra de los tópicos del lenguaje amoroso, podría interpretarse como una burla, pues aparentemente no sirve más que para encubrir intenciones y deseos más concretos.
Al lado del amor cortés y entremezclado con él, La Celestina maneja también la doctrina del loco amor, presente en la obra del Arcipreste de Hita. Este amor apasionado no se distingue de la lujuria y es una manifestación auténtica de la locura. Calisto y Melibea, por tanto, una vez que caen en las redes del amor se comportan como seres enajenados. Así, Melibea no vacila en poner en peligro tanto su fama como la de sus padres, introduciendo a su amante de noche en su huerto.
Por último, aparece una concepción del amor basado en la sexualidad. Para Celestina, amor y acto sexual son términos intercambiables, pasando por alto la doctrina ortodoxa, según la cual el acto sexual solo era permisible dentro del matrimonio.
Como antítesis del goce físico, del deleite mundano, aparece la muerte que todo lo allana. La muerte, omnipresente al final de la obra, deja en el lector una sensación de desolación, de castigo apocalíptico, que parece confirmar la interpretación moral de La Celestina. También la Celestina, con su vejez y actual miseria, actúa como signo premonitorio de la muerte. Su vejez es como una advertencia a todos aquellos que la tratan y rodean.
La intervención de la Celestina hace aflorar también otros temas, como el de la magia o el de la codicia. La magia como arte de persuasión es un tema muy discutido en la obra. Frente a quienes niegan su existencia como tal, considerándola una nota ingenua, característica de la época; otros, como el crítico Peter Russell, la consideran la responsable del cambio psicológico de Melibea, causante de su pasión por Calisto. En la obra, Celestina es denominada hechicera, en referencia a sus artes y sus saberes; aunque también aparecen elementos que pertenecen a la brujería, como sus conjuros demoníacos y su invocación a Satán.
En cuanto a la codicia, es el pecado que lleva a la perdición de los criados. Su final funesto se verá precipitado por la avaricia y su obsesión por el dinero; asesinan a Celestina cuando ésta rechaza compartir sus ganancias con ellos, y, por ello, son ajusticiados en la plaza pública.
Intencionalidad de la obra
En su introducción a la Comedia, Rojas dice que su relato servirá para curar a los enfermos de amor; en los versos que añade en la Tragicomedia, comenta que si el oyente atiende a la historia, no cometerá el mismo error que los enamorados. La Celestina parece estar escrita, según confesión del autor, para advertir a los locos enamorados y ponerlos en guardia frente a la pasión desenfrenada, llevada hasta sus últimas consecuencias. Así, las situaciones inmorales que se pintan, al llevar al desastre a los personajes, poseen una clara finalidad moralizadora.
Sin embargo, hay quienes rechazan la intención moral de la obra, debido al pesimismo y concepción epicúrea de los personajes. Este pesimismo se ha relacionado con la condición de judío converso del autor pero no podemos olvidar que obedece también, de forma indudable, a la época en la que le tocó vivir. El pesimismo nace, en parte, de una sensación de fatalidad que hipoteca cualquier gozo y parece condenarle al fracaso de antemano. La idea de fatalidad está muy presente a lo largo de toda La Celestina, no se niega el amor, no se niega el placer, antes al contrario, se insiste en el poder de su seducción y en la intensidad de los gozos que proporciona. La sensación de tragedia y fatalidad nace en la obra cuando, en los albores del optimismo renacentista, la voluntad de vivir tropieza con la vieja conciencia medieval del castigo vinculado a todo placer.
La Celestina surge en un momento de grandes cambios económicos y sociales. Podría decirse que en toda la obra se nos ofrece un cuadro de la sociedad española del siglo XV, una sociedad laica y urbana, unida por afectos inconfesables donde el deseo de lucro, la búsqueda de placer (sexual en el caso de los amantes) y el individualismo crean una contienda social soterrada entre el mundo de los señores y el de los criados y prostitutas, todos movidos por la búsqueda de sus propios intereses.
Se manifiesta, pues, una nueva concepción de la vida distinta de la medieval cuando, por ejemplo, Calisto rompe los cánones del amador cortés (prudencia, paciencia y amor sublimado), y se convierte en un amante que quiere lograr con rapidez el goce físico de Melibea. O cuando Melibea, antes de lanzarse por la torre, lamenta el no haber podido gozar más del amor. O cuando se mezclan en la obra personajes nobles con personajes plebeyos, de la más baja ralea, y todos conviven juntos para sacar el mayor provecho unos de otros (los criados Sempronio y Pármeno, de Calisto, y viceversa; Lucrecia, de su ama Melibea, y recíprocamente; y Celestina, de todos ellos).
Toda la obra simboliza la transformación de la sociedad medieval, advirtiéndose en Calisto, miembro del nuevo estilo de vida de la clase ociosa; atestiguándose en Pármeno y Sempronio, que rompen los lazos feudales con su señor, a favor de una relación basada sólo en el lucro personal; en las relaciones mantenidas entre Calisto y Melibea, con un amor consumado entre ellos; y en el lamento final de Pleberio, quejándose del mundo injusto en que le ha tocado vivir.
El espacio urbano en el que se desarrolla la obra, esa ciudad arquetípica, condiciona, además, las relaciones sociales cada vez más tensas entre la clase dominante y las clases serviles. En La Celestina los criados no se limitan a ser meras comparsas de los amos, sometidos a sus caprichos, sino que juegan un papel protagonista, pues aspiran a la obtención del placer y a la mejora de su posición social.
Lengua y estilo
La Celestina es un derroche de lenguaje que fluye con asombrosa facilidad de la boca de todos los personajes en un diálogo espontáneo y expresivo, en una técnica que le permite a Rojas explorar en el análisis de los sentimientos y personalidades de los distintos protagonistas. La técnica del diálogo domina de principio a fin en la obra, adecuándose, en gran parte, a la situación cultural y social de cada personaje. Abunda el diálogo con réplicas breves entre los personajes plebeyos, y el diálogo de largas réplicas y artificioso estilo cuando hablan los interlocutores de la clase privilegiada. Así, los diálogos entre Calisto y Melibea reproducen la conversación cortesana y universitaria de la época, amplificada con una carga retórica muy importante; destaca el uso de cultismos, paralelismos, antítesis, juegos de palabras, enumeraciones... El léxico es rico y abundan los latinismos. La tendencia latinizante se muestra también a nivel sintáctico, en el uso del verbo al final de la frase y el hipérbaton.
En cambio, los diálogos en los que intervienen Celestina, los criados y las prostitutas se caracterizan por una verbosidad prolija, con insultos y frases cortas o entrecortadas. Sus coloquios son vivos y punzantes. El lenguaje popular que utilizan evoca un ambiente callejero o de plaza pública, que confiere un aire fresco y espontáneo a los diálogos. En el habla de la Celestina observamos, además, una argumentación basada en una larga retahíla de frases sentenciosas y tópicas, que proceden de una larga tradición de la filosofía popular.
En suma, se pueden distinguir un lenguaje culto y latinizante, cargado de artificios, y un habla popular lleno de refranes y de expresiones vivas. Sin embargo, la separación no es nítida; el uso de los diferentes registros de lenguaje no corresponde de forma absoluta a los estamentos sociales distintos - señores y plebeyos - , sino que se entrecruzan ambas tendencias, dependiendo no solo del emisor,sino también del interlocutor y del asunto tratado (Celestina cambia de registro según el interlocutor ola situación en la que se encuentre). De esta forma, los personajes mezclan alusiones históricas y citasde autoridades, en un estilo culto y retórico; con fórmulas irónicas, vulgarismos y refranes. De todo ellos surge un estilo innovador para la época, que refuerza el efecto de realidad de la obra.
El diálogo se enriquecen, además, con los monólogos, que expresan una subjetividad aguda, y son importantes para revelar conflictos interiores y dibujar caracteres; y los apartes (no acotados), que provienen de la comedia latina de Terencio y que sirven para provocar una complicidad irónica con el espectador, adelantándole información.
Trascendencia de La Celestina
La Celestina ha sido una de las obras que más influencia han ejercido en la literatura española, siendo continuada e imitada en numerosas ocasiones. Su influencia podemos encontrarla en autores como Lope de Vega (en la Fabia de El caballero de Olmedo) a Shakespeare (en la nodriza de Romeo y
Julieta).
Para profundizar un poco más sobre los personajes quizás también os interese:
Bibliografía:
Un "best seller" del Siglo de Oro / Patrizia Botta. La Celestina. Asociación Internacional de Hispanistas.
La Celestina / Patrizia Botta. La Celestina. Asociación Internacional de Hispanistas.
La Celestina [estudio] / Menéndez y Pelayo, Marcelino. La Celestina. Historiadores de nuestro tiempo.
La Celestina. Razones para tratar esta obra dramática dentro de la novela española. / M. Menéndez Pelayo. La Celestina. Colección Austral.
La Celestina. Apuntesdelengua.com/ blog
La Celestina. Laboticamedieval.blogspot.com
La Celestina del siglo XV. Apuntesdelenguaylit.blogspot.com
La Celestina. Wikipedia